Hemos ido a ver la salida de la Hermandad de Huelva. Tan emotivo el momento como siempre, pero más si cabe porque le cantaron dos salves a la Virgen y había tal devoción que se nos hizo un nudo en la garganta. En esta ocasión mi madre no pudo venir, así que la llamamos por teléfono para que escuchara todo. Nos emocionamos porque había mucho por lo que pedir.
No sonó la Salve a algarabío ni alegría, sonó a sentimiento...
¡Cuanta gente iba andando en esta ocasión! Muchos de promesa, otros, porque ya no pueden ir a caballo o en carro y no quieren dejar de ir a ver a la Blanca Paloma.
El Simpecado de la Hermandad de Huelva ante las puertas del Ayuntamiento |
¡Qué bonitas las salves rocieras! |
¡Qué seáis felices! y ¡buen camino!
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