Por supuesto, escribimos la carta (cosa que seguimos haciendo porque si no no hay quien se acuerde de los nombrecitos esos tan raros que ponen a los juegos de las nintendos y esas cosas); participamos en el ritual de entregar la carta al paje real (ahora llevaremos la de mi sobrina Candela de 3 añitos, aunque mi madre, mi hija y yo la acompañaremos con muchísimo gusto) y salimos a comprar los regalos juntos, si bien nos separamos un ratito para sorprender luego al otro.
Y como colofón final... participamos en la cabalgata (ahora como espectadores recogiendo caramelos y antes como acompañantes de Sus Majestades, puesto que mi hija salió varios años con el Cortejo Real). Y ya agotados... esa noche ponemos el agua para los camellos, las copitas y los dulces para los de Oriente... y van y llegan por la mañana (siempre demasiado temprano y eso tampoco cambia aunque mi hija haya crecido) y tras tomar el roscón con la familia, que viene a intercambiar los regalos, nos vamos a comer todos juntos... Y todo, absolutamente todo forma parte de la tradición navideña que nos encanta rememorar cada año.
PERO EL AÑO PASADO MI HIJA AÑADIÓ UNA COSA MÁS AL LISTADO DE TRADICIONES (Creo que descubrió el verdadero sentido de la Navidad): la SOLIDARIDAD, el SERVICIO A LOS DEMÁS...
Con otras amigas del colegio y una tutora fue a entregar a una señora necesitada lo que habían recogido en la campaña de Navidad. Creo que seguirá haciéndolo porque descubrió que había gente que la necesitaba: la magia de ayudar.
¡¡Feliz finde y feliz Navidad!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario